Que la inteligencia artificial ha llegado para explotarnos la cabeza creo que no es ninguna novedad. A poca gente le sorprende ya lo que es capaz de hacer esta tecnología en el ámbito artístico y creativo. Atrás queda ya ese noviembre de 2022 en el que OpenAI liberó ChatGPT para dejarnos la boca abierta sin saber qué decir.
Desde entonces (y de esto hace menos de año y medio) hemos sido bombardeados por millones de personas que han exprimido las capacidades de la IA para generar textos e imágenes. La consecuencia es que la red esta plagada de todo tipo de piezas cuya autoría y mérito es virtud de una máquina bien entrenada. Hace poco escuché que en unos años la mayoría de lo que esté publicado en internet estará hecho mediante IA, cosa que no me sorprende, porque si algo caracteriza al ser humano es aprovechar al máximo algo que se crea rápida y fácilmente, ahí tenéis el auge global del fast food, también conocido como comida basura (por algo será).
El siguiente paso: la conquista del video.
En 16 meses hemos normalizado leer y ver creaciones digitales hechas por máquinas. En este tiempo también hemos conocido que ya se trabaja en liberar el siguiente nivel de la IA: la creación de videos tan fidedignos que hace unos años hubiéramos jurado que eran reales, y no ficticios. Esa nueva arma de destrucción masiva llamada Sora promete tantas sorpresas como disgustos. Abre debates éticos sobre quién, cómo y cuándo debería poder usarse. Ilusiona y asusta a partes iguales porque difumina tanto el limite de lo real y lo imaginado que nos mete de lleno en un escenario confuso para discernir hacia donde queremos ir.
Aquí abajo un ejemplo de lo que Sora es capaz de hacer sin despeinarse. Por si alguien se lo pregunta, nada en ese video existe, es todo creación de una máquina.
Música: la última frontera.
Pero todo esto ya es parte del pasado. Aunque Sora se presentó a mediados de febrero y es probable que tardemos años en ver una versión abierta y pública que se pueda utilizar como lo hacemos ahora con ChatGPT. Este avance forma parte del pasado presente, porque la tecnología avanza tan rápido que no nos permite quedarnos quietos mucho tiempo, con lo que eso conlleva. Es muy difícil sacar tiempo para la reflexión intelectual, para el debate ético y moral. El siglo 21 nos pide agilidad y fluidez porque la sociedad que hemos creado parece demandarlo. Spoiler: error. Quizás el mayor acierto del ser humano es pararse a analizar antes de seguir caminando, y por desgracia creemos que la virtud esta en seguir hacia adelante sin mirar atrás. Esto nos ha demostrado a lo largo de los siglos que estamos condenados a repetir nuestros errores.
Pero dejando a un lado las reflexiones metafísicas, si creíais que con la creación de videos mediante IA que promete Sora habíamos llegado al final, estáis muy equivocados. Para mí, la última frontera ya se ha cruzado y esa es la música.
Un arte como otro cualquiera podríamos pensar, sin embargo yo no lo veo así. Será porque llevo la música en el ADN, o porque llegado cierto momento la estudié para apreciarla mejor, será porque la amo en todas sus vertientes (algunas realmente difíciles de querer no nos engañemos). Pero el caso es que considero a la música un arte único, que esta muy ligado al alma, a la esencia de lo que nos hace humanos.
Confiaba que la IA dejara la música de lado, que no se fuera a meter donde no la llaman. O al menos pensé que cuando se metiera, no sería capaz de engañarme, iluso de mi... Esta semana me he llevado una bofetada digital cuando descubrí Suno.ai una página web abierta al público desde la que se puede “crear” música sin saber música.
Basta con entrar, seleccionar el estilo musical, poner el texto que queremos que la IA nos cante y dejar que la magia máquina haga el resto. Los resultados son terroríficamente realistas. Crear el próximo éxito del verano ya no es cuestión de valía (nunca lo fue en realidad) y ahora tampoco será cuestión de inspiración. El panorama que algo así abre ante nosotros es muy desconcertante. No porque no se vaya a seguir componiendo y creando buena música, porque esto es algo que nos acompañará como especie mientras siga existiendo un solo ser humano con sensibilidad. Sino porque les dice a las nuevas generaciones que hacer 4 clicks es más rápido, cómodo y efectivo que estrujarse la cabeza y los sentimientos desarrollando una pieza musical.
El arte del alma es el que perdura.
Quienes busquen remover nuestro interior seguirán desgranando sus entrañas para expresar musicalmente lo que sienten. El artista atormentado nunca encontrará la respuesta en una web como Suno. La mente inquieta que necesita desesperadamente abrirse en canal a través de la música jamás obtendrá ayuda en la IA.
El arte que sale del alma, ya sea en forma de una sonata, un cuadro, una novela, una fotografía o incluso una película. Es el arte que perdura en nuestra memoria. Me puedo equivocar, pero dudo que algo creado por una IA nos mueva el corazón como lo que han hecho, hacen y harán los artistas que pisan la tierra.
El talento musical parece que esta de rebajas con la llegada de la IA. Cualquiera puede ir de compras y volver con unas cuantas canciones de “su autoría” que ofrecen un resultado muy similar al del fast food: se digieren rápido y salen igual que entran.
Jugando con música.
Yo mismo he querido probar esta herramienta para ver qué hace, cómo lo genera y qué me aporta. He pasado de la sorpresa total, a la curiosidad, y de ahí al rechazo en menos de 1 hora. No descarto seguir jugando con esta herramienta para ver hacia donde se dirige, mas que nada por estar preparado frente a la avalancha de creaciones musicales que sin duda inundarán las plataformas de streaming en los próximos años.
Por aquí os dejo un par de pruebas de mi “talento creativo” a través de Suno.ai. Unas canciones bailongas para hablar del podcast de TecnoAp21, la letra no es de Suno.ai pero podría serlo perfectamente.
Soy un amante de la tecnología, del futuro que nos brinda y de las posibilidades y desafíos que plantea. Pero también soy hijo de una época en la que el lápiz, el papel y las ideas imperaban por encima de todo. Tengo una mentalidad algo analógica para muchos aspectos y los años no hacen sino potenciar mi desconexión mental (y emocional) con el mundo en el que nos hemos metido.
Ojalá seamos capaces de poner freno a este coche que va pendiente abajo sin una dirección clara. Porque veo muchos escenarios donde nos la pegamos por dejar el volante libre, mientras miramos el móvil viendo otro video viral en las redes sociales.
He leído y oído toda la comunicación que nos envías y la encuentro genialmente acertada. Hay que seguir luchando para que la IA y toda la técnica moderna, no destruya nuestras mentes y nuestras humanas cualidades, en basura espacial que asfixie nuestra condición humana.
¡Escribes con maestría intelectual, adelante!