Doce meses pasan volando
Cuando el 1 de enero nos levantamos de la cama, en mejor o peor estado, según la década vital en la que hayas disfrutado de la Nochevieja, lo que nos encontramos es a una persona con muchas cosas por vivir que siente que ya ha vivido mucho.
Y es que el 31 de diciembre nos montamos en una montaña rusa emocional al hacer un repaso mental de las noticias, eventos y situaciones que hemos vivido los 12 meses previos. En ciertas ocasiones llegamos a rebobinar hasta una época casi en blanco y negro, cuando vemos por la tele fragmentos de las actuaciones musicales de los 70, los 80 y los 90 (mención especial para ese tesoro de nuestra televisión publica que es Cachitos de Hierro y Cromo edición Año Nuevo).
Pero aunque las noches den mucho de sí, sobre todo las nocheviejas, siempre llegan los amaneceres para recordarnos que estamos de nuevo ante una página en blanco por escribir.
De la agenda en papel a la App del móvil.
La era digital en la que vivimos hacen que el tiempo parezca ir más deprisa de lo normal. Vivimos actualizando el móvil cada 2x3, con novedades cada pocos meses y avances significativos que afectan a nuestra calidad de vida. La tecnología y nuestro frenético ritmo de vida hacen que los años no tengan 12 meses y 365 días, ahora parece que cunden el doble.
Antes, los más organizados lo apuntaban todo en grandes agendas personales de tapa dura y lomo fácilmente reconocible. Hoy, es complicado encontrar este tipo de agendas porque la mayoría lo hemos volcado todo al mundo digital. Gestionamos todo en distintas aplicaciones de móviles, tablets y ordenadores y tenemos una agenda que nos recordará las citas pendientes, los próximos eventos y hará de secretario personal para anunciarnos quién cumple años hoy.
Por supuesto todo tiene sus ventajas e inconvenientes. Una agenda digital tiene su fuerte en la gestión integral de todos los actos importantes que sucederán en el futuro. Es un calendario vitaminado, un bloc de notas versátil y un tablón de anuncios y recordatorios unificado. La agenda digital es perfecta para la productividad. Sin embargo la parte negativa de haber digitalizado esas míticas agendas de piel es que se pierde por completo la intimidad de la escritura personal, que nos invitaba a poner sobre el papel cosas relevantes que nos ocurrían en el día a día para no olvidarlas pasados unos años.
Las agendas de antaño no solo reflejaban lo que iba a pasar, eran el lugar idóneo para plasmar cómo nos sentíamos, qué sensaciones habíamos experimentado. Un hibrido entre diario y agenda con capacidad para albergar datos y hechos. Ahora es muy complicado encontrar excusas para escribir en una hoja en blanco si no es para rellenar un formulario oficial. Sin duda la vida actual no da lugar a la reflexión porque estamos constantemente pasando de una cosa a la siguiente, de un evento al próximo.
Pasar página mirando atrás.
El 2023 esta aquí. Si lees esto según se envíe aún estarás en 2022, pero la caducidad de estas palabras es efímera, ya que en pocas horas estaremos frente a una nueva página del calendario, o delante de uno nuevo por completo. Y es que cuando se cambia de año no solo pasamos a otro mes, solemos cambiar muchas cosas a nuestro alrededor.
Lo de los propósitos de año nuevo es un clásico donde los haya. Para eso inevitablemente miramos atrás, a los últimos 12 meses y lo que dijimos que haríamos o creíamos que podríamos hacer, para darnos de nuevo un toque de atención. Parece que resetear el contador invita a empezar de nuevo para obtener una mejor versión de nosotros mismos. Raro es encontrarse a alguien que no haya pensado o escrito todo lo que va a hacer a partir del 1 de enero. Por lo general todos estos propósitos se quedan en nada, como mucho podemos mejorar algún aspecto puntual de nuestra conducta, pero a grandes rasgos seguiremos siendo la misma persona con los mismos defectos.
Sin embargo el mero hecho de intentar mejorar ya es sinónimo de buena salud mental. Porque para eso habremos mirado atrás para remarcar todo lo que no nos convence de nuestra rutina. Porque en muchos casos habremos hecho un análisis de conciencia sobre lo que sí somos capaces de conseguir, ya que poca gente se pone metas imposibles de lograr para el año nuevo.
Lecciones del pasado, objetivos del mañana.
El siglo 21 no ha dejado de darnos lecciones sobre cómo podemos adaptarnos a un mundo que cambia mediante la tecnología. Todas las lecciones aprendidas, tanto en la era analógica como en la actual era digital, me han servido para mejorar mi calidad de vida. Pero aún me falta encontrar la forma de llegar a esos objetivos futuros que uno se pone a primeros de año.
Esta claro que el secreto para lograrlo es la perseverancia mas férrea y el optimismo mas incondicional, sin embargo siempre parece que hay una fuerza oculta que se empeña en ponernos la zancadilla cuando estamos avanzando para conseguirlo. Dejando a un lado la percepción condescendiente y subjetiva de la realidad, lo que queda es la lucha interna entre quienes somos hoy y quienes queremos ser mañana. Una lucha tan antigua como el tiempo que se repite una y otra vez cada 1 de enero.
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