Mucha IA y poca cabeza para usarla
¿Qué hacemos con tanta inteligencia artificial si no hay nadie al volante?
Se nos está yendo de las manos.
El 2023 será recordado como el año en el que la IA (acrónimo de inteligencia artificial) explotó gran parte de su potencial. No tanto porque ahora hayamos descubierto algo nuevo, si no porque lo que ya teníamos ha llegado a las masas.
Tenemos IA hasta en la sopa, y ya veo a mucha gente cansada de tanto hablar de un tema que nos sobrepasa a todos por completo. En cuanto surge una nueva tecnología que puede generar (o sustraer) dinero, aparecen “expertos” en la materia. Y no digo que no los haya, llevamos años con auténticos eruditos que han colaborado a generar la actual IA. Lo que pasa es que al calor de este fuego, los que en su día nos vendían las bondades de las criptomonedas, los NFT y el blockchain, ahora se han apuntado a la “moda” de la IA a ver si rascan algo.
El tema se nos está yendo de las manos en muchos sentidos. En cuanto a difusión mediática se ha convertido en un tema recurrente en blogs, webs, periódicos y televisiones. Todos meten cada poco tiempo noticias sobre las bondades de esta tecnología tan puntera. El tema vende, tanto por lo explosivo de lo que se cuenta como por las promesas que hace a futuro.
También se nos ha ido de las manos en cuanto a repercusión en ámbitos laborales. No son pocas las profesiones que se sienten amenazadas porque alguna herramienta con IA invade su espacio y amenaza puestos de trabajo. No es algo que vaya a ocurrir de un día para otro, pero si es cierto que resulta tentador para muchas empresas pensar en sustituir mano de obra por IA generativa. Los que va a ahorrar costes (o sea todas las empresas) miran esta tecnología con buenos ojos, es un caramelo demasiado dulce como para no sacarle partido. Sin embargo los que puede perder el sustento no opinan lo mismo, y es que el miedo es libre.
Comprender la IA para usarla bien.
La mayoría de la gente, la de a pie, esa que usa el móvil para WhatsApp y ver videos en redes sociales, no saben de qué les están hablando con lo de la IA. No es que sea algo incomprensible, todo el mundo entiende lo básico. Sino que se trata de un tema que requiere de un acercamiento pausado y de un análisis exhaustivo para entenderlo bien, dos cosas que nos faltan hoy en día a nivel general.
Es complicado explicar las implicaciones que tiene implementar bien la IA en el mundo. Porque de hecho como sociedad todavía no sabemos cómo va a afectar esta revolución a nuestras vidas. Estamos empezando a ver las posibilidades a medida que aparecen nuevas herramientas que cambian por completo las reglas del juego, pero llegan a tal velocidad que es casi imposible asimilar bien su uso. El resultado es que se están tomando medidas restrictivas (Italia ya ha prohibido ChatGPT y esto es solo el comienzo) de manera precipitada. De nuevo el miedo y la complejidad para regular las herramientas degeneran en malas decisiones, por drásticas.
Quizás parte del problema también venga del hecho de que la sociedad actual esta sumida en tantas crisis (espiritual, emocional, de valores...) que es no es capaz de lidiar con todas y salir bien parada. La IA parece una salida rápida, una solución a un problema que no teníamos, pero que de repente queremos atajar. Sin embargo la IA va de otra cosa, nos plantea retos para los que seguramente aún no estamos preparados y que nos obligan a mover ficha de manera impulsiva.
La era del cambio.
En los años 80 y 90 la tecnología no era mas que una solución a problemas emergentes. El mundo parecía ir deprisa pero visto en perspectiva se movía despacio. Aquella tecnología prometía mas eficiencia, mejores resultados y mas agilidad a la hora de producir. Algo parecido a lo que ofrece ahora la IA en un mundo que, de nuevo, parece ir demasiado deprisa. La diferencia es que entonces los que estábamos al volante éramos nosotros y ahora no somos tan necesarios en la ecuación.
El siglo 21 esta llamado a ser el del cambio para el ser humano. Cambio forzado hacia la transición ecológica, por la degradación a la que hemos llevado al planeta. Cambio buscado hacia la tecnificación de los trabajos, por la llegada de la IA y la robótica a nuestras empresas. Y cambio producido, consecuencia de las nuevas conductas que genera el uso y abuso de internet y las redes sociales en nuestro tejido emocional.
Mas inteligencia, pero mejor si es emocional.
Podríamos pensar que tecnología y sentimientos son dos cosas no relacionadas, pero mientras ambas sean parte de nuestra vida estarán mas ligadas que nunca. Tenemos herramientas (como la IA) para llevar al mundo a nuevas cotas, hasta hace poco inimaginables. Pero veo la falta de empatía que recorre el mundo y siento que nos falta cabeza para usarlas como es debido.
Me preocupa mas la falta de inteligencia emocional que adolece a nuestra sociedad, que la explotación indiscriminada de la IA. Esta última se arregla bajando las revoluciones, analizando antes de implementar, sopesando las implicaciones de su uso. La otra requiere hacer autocrítica y poner a los demás como prioridad, algo opuesto a lo que predica la sociedad en la que nos movemos.
No estaría de mas echar la vista atrás y sacar conclusiones de como nos iban las cosas antes de la llegada de internet. La adaptación de esa revolución puede darnos las claves para asimilar la que esta llegando ahora.
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