Un paréntesis digital para compartir una reflexión.
Esta noche es Nochebuena y mañana Navidad. Es difícil leer esta frase sin que se nos venga a la cabeza la melodía de un popular villancico. Y es que la Navidad esta llena de poderosos resortes que se accionan con una frase, unos adornos, una canción o un olor característico. Resortes que nos pueden retrotraer a nuestra infancia, a épocas lejanas que compartimos con personas que quizás ya no están o que han cambiado mucho por el paso del tiempo.
La Navidad es mucho más que un día y una celebración. Mas allá de que seamos o no creyentes, y que vivamos estas fiestas como la tradición cristina que son. Las vacaciones de Navidad tienen un gran significado para todos nosotros. Quienes buscan vivir estas fiestas desde la raíz siempre sacan un hueco para tener presente un nacimiento único y especial que da sentido a sus creencias. Una plegaria, un momento de recogimiento o una reflexión bastan para darle mas sentido a todo el ruido que tenemos a nuestra alrededor. No hace falta ser creyente-practicante para tener una vida espiritual, todo el mundo puede darle más sentido a la Navidad acercándose a su yo interior. Hay una gran vida más allá de las fiestas y los excesos, la comida y los regalos.
Sin embargo todo lo que nos rodea nos recuerda que estamos en un momento brillante del año. La iluminación de la ciudad, con las calles y las plazas llenas de colores al anochecer. La decoración de las casas, con los arboles decorados, los belenes, el espumillón y los adornos que lo llenan todo. El dinero invertido en vestir nuestro mundo es la forma que tenemos de ambientar el momento para hacerlo irrepetible. Porque sí, son momentos que no vuelven. Podemos intentar emular los del año anterior pero cuanto más tiempo pasa mas especial se hace atesorar recuerdos a los que regresar cuando nos vaya mal.
Estas fechas seguramente nos lleven en un viaje al pasado, sin darnos cuenta de que a su vez serán el recuerdo de las fiestas futuras. Es curioso cómo funciona la Navidad.
¡ Qué pinta tiene todo !
La Navidad inequivocamente va asociada a celebraciones familiares y grandes banquetes, reuniones con amigos y comilonas, fiestas de regalos aliñados con postres y dulces. La comida parece que lo rodea todo y la mesa a la que nos sentamos se llena de colores, olores y sabores. Comida tradicional que se suele dar la mano con alguna nueva incorporación que intenta hacerse un hueco en el clásico menú navideño. Unos días en los que controlamos menos lo que comemos porque “un día es un día” y “con otro polvorón tengo suficiente” pero “voy a repetir del rosco que este de nata está muy bueno”. Frases que se cuelan a finales de diciembre para ser la pesadilla de mediados de enero.
Si hay una época del año en la que somos más indulgentes con nuestra dieta esa es la Navidad. Es muy difícil escapar a los excesos porque son muchas las ocasiones en las que se nos pone a prueba: cena de Nochebuena, comida de Navidad, cena de Nochevieja, comida de Año Nuevo, desayuno de Reyes, comida de Reyes, y eso sin sumar las cenas o comidas de empresa, con los amigos, etc. La lista es larga y suele incluir cualquier excusa para juntarnos con amigos y conocidos para celebrar el mero hecho de seguir juntos un año más. Algo precioso, pero que en exceso se vuelve casi peligroso para nuestra salud. Aun así es muy difícil limitar la exposición a ingentes cantidades de comida, y puede que por unos días tampoco haga falta.
¡ Que tengas felices fiestas !
En esta época se nos llena la boca con buenos deseos y felicitaciones para todo el mundo. Algo que, aunque pueda parecer vacío de contenido porque se trata casi de frases hechas, tiene un gran impacto a nuestro alrededor. El mundo necesita buenas palabras primero y luego buenos hechos. Es casi imposible empezar por lo segundo si de nosotros no salen primero buenas palabras hacia los demás. Ese sencillo gesto de desearle a los demás felices fiestas, si lo repetimos lo suficiente y lo hacemos con calma, escuchándonos a nosotros mismos decirlo en voz alta, acabará calando en nosotros y también en los demás.
Darle sentido a todas esas palabras es cuestión de creer en ellas, de hacer auto crítica antes de criticar a los demás, de buscar la humildad antes de pecar de soberbia. Para mí el espíritu navideño nace ahí. En mirar hacia dentro para poder actuar hacia afuera. Si a esto le sumamos exteriorizar buenas sensaciones deseándole a los demás felicidad, estaremos a un paso de cambiar un poco a mejor. Nada como un poco de optimismo para encarar la Navidad con una sonrisa como presentación.
Puedes escuchar todas las canciones de este audio (junto a otros clásicos navideños) en esta playlist de Apple Music.
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