Emprender y aprender en la era digital
Del papeleo y la burocracia interminable a los negocios digitales y los fracasos estrepitosos, la evolución del emprendimiento pasa inexorablemente por aprender antes de cometer errores.
El mes de mayo es uno de mis favoritos del año. No solo porque la primavera hace acto de presencia y todo parece mas florido y alegre, sino porque se dan las condiciones idóneas para echar a volar la imaginación pensando en las aventuras que nos deparará el siempre ilusionante verano.
Y de echar a volar la imaginación e ilusionarse va un poco esta Newsletter. Porque si hay un motor que nos mueve a los seres humanos es la ilusión. Los proyectos en los que nos embarcamos suelen acaparar gran parte de esa energía que genera la ilusión por comenzar algo nuevo. Hoy en día a todo esto se le llama emprender. Un término algo manido ya, pero con mucha carga emocional dentro.
Emprender en el siglo 21.
El panorama para los emprendedores ha evolucionado drásticamente desde los 80 y los 90, cuando iniciar un negocio implicaba una batería de procedimientos burocráticos que consumían la mayor parte del tiempo y los recursos del osado emprendedor.
Esos aventureros tenían que visitar numerosas oficinas estatales o locales para rellenar y presentar un sinfín de impresos. Este proceso no solo era tedioso, sino también desalentador, frenando a muchos ante la magnitud del papeleo que te pedían.
Y ahora, en esta era digital donde todo es inmediato y fugaz, las cosas son muy distintas en algunos aspectos pero muy similares en otros. Hoy en día, gran parte de las tareas administrativas ya se pueden gestionar online, con lo que se elimina la necesidad de ir personalmente a la oficina de turno y aguantar esperas interminables. Lo bueno de la digitalización es que ha reducido significativamente esa barrera de entrada para los nuevos empresarios. Y en muchos casos tampoco hace falta un espacio físico gracias a modelos de negocio donde las tiendas digitales venden productos sin necesidad de almacenarlos, apoyándose en una logística externa para su distribución. Genial con todo esto, pero que también tiene una cara algo oculta.
Esta facilidad de acceso a los mercados ha incentivado que mucha más gente se lance a emprender, pero también ha introducido nuevos desafíos. La accesibilidad a herramientas y recursos lleva muchas veces a subestimar la preparación necesaria para tener éxito en un mercado cada vez más saturado y competitivo. La posibilidad de fracasar es tan accesible como la de iniciar, lo que me lleva al punto final de esta carta: la importancia de una formación continuada.
Aprender para emprender.
Aprender antes, durante y después del proceso de emprendimiento nunca ha sido tan crucial. La tecnología actual no solo facilita la gestión de un negocio, sino que también pone al alcance una vasta cantidad de recursos educativos. Si es que ahora tenemos plataformas de aprendizaje en línea, cursos gratuitos y de pago, webinars, extensas redes de profesionales accesibles a través de las redes sociales… Todas las herramientas necesarias para adquirir y actualizar conocimientos y habilidades. Quizás ese sea también parte del problema, la excesiva oferta de recursos que muchas veces nos saturada.
La disponibilidad de estas herramientas también demanda una selección crítica y un enfoque en el aprendizaje aplicado. No se trata solo de acumular información, sino de integrarla de manera que se traduzca en decisiones estratégicas mejor informadas y en un crecimiento personal y profesional continuo. Esto es especialmente relevante en un entorno donde las innovaciones tecnológicas y las tendencias de mercado evolucionan a un ritmo tan acelerado que es imposible estar al día de todo lo que pasa.
Pero esto no quita para que los emprendedores adopten una mentalidad de aprendizaje continuo para navegar eficazmente por estos cambios. Dicen que la información es poder y esto se se aplica correctamente puede marcar la diferencia en cualquier proyecto en el que nos metamos. Da igual si es una empresa, un proyecto personal o una iniciativa de algo temporal, nuestra capacidad de aprender de los errores y adaptarnos rápidamente a las nuevas circunstancias acaban siendo tan determinantes como la idea inicial que nos movió a arrancar.
Cambio constante de paradigma.
El siglo 21 es como un torbellino del que no se puede escapar. Si somos conscientes del mundo en el que vivimos notaremos el vértigo de la velocidad a la que avanza todo este tinglado que nos hemos montado. Este cambio de paradigma no solo es un testimonio del avance tecnológico, sino también un recordatorio de que, en el corazón del emprendimiento, siempre ha estado y estará el incesante deseo de aprender y mejorar.
En todo esto de emprender siempre acaba llegando un punto de hartazgo, que es algo así como cuando pulsamos al botón en el bus para bajarnos en la siguiente parada. Cosa que tampoco esta mal de vez en cuando, ya que siempre vuelven a pasar mas autobuses a los que nos podremos subir cuando estemos listos para el siguiente viaje. A pesar de todos los impedimentos que hay en el camin
o estamos viviendo una era apasionante para iniciar nuevos proyectos, y eso hay que reconocer que se lo debemos en gran parte a la tecnología.