Nuestra realidad, antes fue ciencia-ficción.
A poco que leas libros como “1984” de George Orwell, “Sueñan los androides con ovejas eléctricas” de Philip K. Dick y hasta “Un mundo feliz” de Aldous Huxley podrás ver que lo que estos autores imaginaron en su día se ha hecho en parte realidad. Por supuesto estas novelas siguen siendo ciencia ficción y aportan visiones distópicas de la realidad en la que estamos. Pero hay cierta esencia de ellas que se ha trasladado a nuestro mundo, rasgos que casi podemos identificar en nuestra sociedad.
Afortunadamente estamos muy lejos de las visiones pesimistas que estos autores imaginaron para su futuro. Al menos en la teoría, porque en la práctica vivimos en un mundo tan tecnificado y digital que ha dejado atrás aquella ciencia ficción. Las redes sociales, los reality shows, la omnipresencia de cámaras de vigilancia en las calles, hay un sinfín de escenarios que han pasado de la ficción a la realidad. Pero es que las cosas han llegado a un punto en el que la realidad supera a la ficción.
El Coche Fantástico se ha quedado obsoleto.
Corría el año 1982 y Glenn A. Larson imagino un presente en el que un coche fantástico por dentro y por fuera copilotaba una serie de aventuras para toda la familia. Durante 4 temporadas los episodios de “Knight Rider” soñamos con un futuro en el que esas fantasías se hacían realidad. Han pasado 40 años y ya tenemos coches que nos hablan, se conducen solos y dejan a nuestro querido KITT muy atrás, en lo que a ofrecer servicios se refiere.
Esa ha sido una de las muchas fronteras que hemos superado gracias a los avances de la tecnología. No vivimos ni de lejos en el mundo apocalíptico de Blade Runner (ambientada en 2019), pero tampoco aspirábamos a hacerlo. Cierto es que ahora hay coches voladores, también llamados drones tripulados, y que en robótica hemos avanzado una barbaridad, pero no todas las ficciones se han superado. Es importante que haya una parte de sueño irreal en el cine, la televisión y la literatura. De tal forma que la ficción nos invite a imaginar posibles escenarios en los que el hombre se ve devorado por sus errores, escenarios a los que nunca deberíamos aspirar.
Pero volviendo a los años 70 y 80. Entonces no éramos capaces de imaginar el mundo en el que estamos hoy, todas las ficciones giraban en torno a imposibles, pero se presentaban de forma que fueran creíbles. La tecnología que se mostraba en la ficción era tosca aunque resultara útil, era aparatosa pero invitaba a soñar.
Hoy en día sin embargo podemos imaginar un futuro con mucha mayor certeza porque ya sabemos, mas o menos, qué es lo próximo que vendrá. Sabemos que la inteligencia artificial va a ser la próxima revolución y estamos empezando a saber qué nos va a ofrecer. La movilidad tiene un plan de futuro muy claro y conciso, donde lo eléctrico sumado a lo autónomo impondrá un nuevo sistema en los transportes. La automatización e implantación de los robots sabemos el tipo de servicios que nos van a ofrecer. El futuro es ahora mucho mas nítido de lo que lo era en los años 80.
Yo, robot.
Isaac Asimov planteó en 1950 una serie de dilemas entre los hombres y los robots. Aunando dentro de un volumen que comprendía una colección de relatos, la obra “Yo, robot” anticipaba una realidad futura que se me antoja mucho mas cercana de lo que en un principio podríamos pensar.
Tenemos retos casi metafísicos por delante, sobre cómo queremos construir nuestro futuro, y la inteligencia artificial es el mas acuciante de ellos. Estamos mucho más cerca de lo que imaginamos de superar la ciencia ficción. Sin llegar al catastrofismo, ni mirando con pesimismo el futuro, tenemos la obligación de valorar moralmente qué ficciones queremos superar y cuales preferimos mantener como sueños.
Hay un sinfín de maravillosas fronteras por traspasar: la llegada a Marte, revertir el cambio climático o descifrar los secretos del cáncer, deberían ser algunas de estas metas por las que luchar. Sin embargo otras fantasías sería mejor no hacer realidad.
Ahora que estamos ya en el futuro y que hemos sobrepasado nuestros límites en tantos campos, sería un buen momento para poner el foco en la dirección correcta.
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