Semana Santa digital.
Estamos a solo unos días de vivir la Semana Santa, la más importante para el cristianismo y que marca (o debería) el sentir de los cristianos en su máximo esplendor. Una semana que esta llena de actos y celebraciones que adquieren en ciertos casos una intensidad difícil de explicar para los creyentes, y mas aún de entender para los paganos.
Las religiones tienen su base en la creencia en un ser superior que, de una forma u otra, pone orden en el caos del universo. Aquí da igual si hablamos de cristianos, musulmanes, judíos o indios: todos creen en una o varias deidades. Aunque a partir de ahí todas toman caminos distintos, la base -creer en algo superior al ser humano- es común a todas.
Y puestos a creer hay quien lo hace, y ciegamente, en la tecnología. Para ellos no es que haya una Semana Santa digital, pero podríamos decir que la semana de lanzamientos de nuevos productos se viva casi con la misma intensidad. Al igual que mucha gente vive con fervor las procesiones y los actos públicos de la Semana Santa, pero no profundiza en ellos. Hay gente que vive con pasión las presentaciones de nuevos productos o software, pero no se plantean por qué algo superficial les mueve tanto.
Ayer y hoy, pero puede que no siempre.
Llevamos conviviendo con las religiones prácticamente desde que el hombre es hombre. Todas necesitan gente con vocación que consagre su vida a sus creencias. Sin curas, sacerdotes, pastores y monjas sería imposible mantener las ordenes religiosas que pueblan occidente.
Hoy en día cada vez hay menos seminaristas, seguramente debido a que la vida moderna no se lleva muy bien con el sacrificio que exige entregar tu vida a una religión. Las parroquias poco a poco van agonizando por falta de curas, lo que me lleva a plantearme cuanto tiempo serán capaces de aguantar sin nuevas vocaciones; ¿una generación, dos?
Que algo siempre haya existido no significa que siempre vaya a existir. Al igual que hemos ido matando a la naturaleza con nuestro consumo desmedido y una polución irrefrenable, también parece que las viejas ordenes religiosas están abocadas a la desaparición por nuestro estilo de vida.
La tecnología como nueva religión.
Pero al igual que cada vez hay menos creyentes de las religiones occidentales, también hay mas adeptos a la tecnología como nueva religión.
Mientras que la religión convencional nos pide que creamos para poder ver, la tecnología nos dice que si vemos algo acabaremos creyendo en ello. Los productos, el software y las soluciones que aportan nos simplifican tanto la vida que mucha gente ha encontrado en la tecnología su nueva religión. Una por la que pagar sin exigencias a cambio. Una que se renueva constantemente para ofrecernos algo novedoso y mejorado. Una material que podemos guardar en un cajón. No es que la gente crea en la tecnología como si de un dios se tratara, simplemente le ha dado tanto espacio en su vida que ha pasado a ocupar el lugar que antes tenía Dios. Han trasladado sus creencias a algo que pueden ver y tocar.
Sin embargo la religión nos pide un acto de fe para que creamos en lo que no podemos ver. También exige un compromiso, un sacrificio en nuestra forma de vivir porque conlleva ciertas reglas y normas. A cambio nos da dilemas y complicaciones porque nos hace enfrentarnos con nosotros mismos y el sentido de nuestra vida. Eso es mucho pedir para quienes solo buscan vivir sin pensar en el más allá. El sistema que tenemos montado no esta diseñado para que profundicemos en temas metafísicos, premia lo material y el ahora.
Se puede ser un creyente practicante y amante de la tecnología. Creo además que ese equilibrio es mas necesario que nunca porque nos conecta con nuestro yo interior a través de la espiritualidad, mientras nos mantiene alerta de lo que ocurre en el mundo conectados con la tecnología. Esa conjunción va a ser clave en el futuro para que no perdamos el foco en lo importante, que no es material ni se actualiza cada poco tiempo. Lo vital lo llevamos dentro y no se puede comprar.
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Un buen post que hace meditar y pensar en nosotros mismos. Un abrazo y sigue así.